Ponente en el Simposio organizado por GEMME. Transcribimos aquí el artículo publicado en la web del Simposium.
Cuando subes a un autobús no te cuestionas sobre la caducidad del carnet de conducir del conductor, o si el autobús tiene los frenos en condiciones. Simplemente confías.
Nelson Mandela se alió con el capitán del equipo de rugby de Sudáfrica, François Pienaar, para ayudar a unificar su país. El recién elegido Presidente Mandela sabía que, tras el apartheid, su país seguía dividido racial y económicamente. La confianza en sí mismo y en los otros le impulsó a utilizar el deporte como herramienta de unión y, gracias a su gran habilidad, consiguió su sueño. John Carlin en “El factor Humano” dice que la debilidad de Mandela por confiar demasiado en la gente era su mayor virtud.
Para que la mediación llegue a implantarse en nuestro país, necesitamos este inestimable valor, la confianza.
Necesitamos que los posibles derivadores, en especial jueces, magistrados y abogados confíen en la mediación como sistema alternativo o complementario a la justicia ordinaria. Pero no sólo como un sistema que descongestionará los juzgados sino como una herramienta efectiva que puede solucionar definitivamente los conflictos.
Es conveniente que los abogados, y el resto de asesores de las partes, tengan confianza en ellos mismos y no duden en sugerir a sus clientes la mediación, de manera que no crean que recomendar la mediación es un síntoma de debilidad o de incompetencia.
Además, para que la negociación asistida tenga un buen resultado es necesario que las partes confíen en la calidad del proceso de mediación, en la institución de mediación y en concreto en el mediador o mediadores que gestionaran el proceso.
Los mediadores hemos de confiar en nosotros mismos, en nuestros conocimientos y en nuestras habilidades aprendidas durante nuestro proceso de formación como mediadores. También debemos conseguir que las partes confíen en su propia valía personal, en su capacidad para resolver sus propios conflictos. Además la confianza es también necesaria para reconocer a la otra parte en disputa.
Me pregunto, ¿cómo podemos generar tanta confianza? ¿dando a conocer la mediación? ¿protegiendo la confidencialidad del proceso de mediación? ¿velando por una mediación de calidad? ¿efectuando algún tipo de control sobre el proceso de mediación?
Confío en que el Simposio que se va a celebrar en los próximos días nos dará algunas respuestas, y que las cuestiones y el debate puedan generar las raíces para sostener esta confianza, tan necesaria para que la mediación llegue a implantarse como medio alternativo o complementario a la vía judicial.